miércoles, 12 de diciembre de 2018

Los 400 golpes.

Les quatre cents coups (1959) es una de las películas iniciadoras y más representativas de la Nouvelle Vague. El título proviene de una expresión francesa que se podría traducir como “hacer las mil y una” en referencia a las travesuras de Antoine Doinel, icónico personaje semiautobiográfico creado por Truffaut, pero más literalmente hace mención a los golpes físicos y psicológicos propinados por su unidad familiar, el sistema escolar y finalmente el judicial, en el correccional, considerados bases de nuestra sociedad.



La nouvelle vague fue un impulso cultural generado en un contexto de transición entre la cuarta y quinta república francesa, enmarcado también por la guerra de independencia argelina. Es representativo, a pequeña escala y en un ámbito cultural, del desencanto que explotaría en mayo del 68 y del cambio generacional producido en la sociedad y el cine francés. Cinematográficamente significa una respuesta al estancamiento del cinéma de qualité al considerar que no representaba verídicamente a la sociedad francesa ni proponía innovaciones en el medio.

lunes, 10 de diciembre de 2018

Rashomon.

Rashomon (1950) es la primera película de Akira Kurosawa con una gran acogida en occidente consiguiendo el  León de Oro del Festival de Venecia. La obra es una adaptación de dos relatos del escritor Rasho Akutagawa, el autor retrata en Rashomon, relato homónimo de 1915,  la decadencia del Japón del siglo XII a partir de una discusión en las ruinas de la puerta de Rashomon, un lugar que había sido tan glorioso anteriormente como indeseable por entonces. En la película los personajes debaten en ese lugar, durante una simbólica tormenta, sobre el cómo y el porqué de unos atroces actos que Kurosawa adapta del relato En el Bosque, lugar donde se desarrolla el crimen.
La trama y época adaptadas funcionan perfectamente como símil emocional del Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial, conflicto que había dejado muy dañada la moral y conciencia de la sociedad japonesa. Pero también se había generado un grado de apertura que artísticamente, aunque aún con censura, se traducía en una mayor libertad frente al tradicionalismo y el acallamiento de la crítica interna nipona durante la guerra. En propias palabras del director, posteriormente el más reconocido internacionalmente de su país, ''(Rashomon) fue como echar agua en los durmientes oídos de la industria de cine japonesa'' ya que pese a que en su país se interpretó como una película de difícil comprensión y demasiado occidental, la prensa americana y europea la elogiaron como toda una obra maestra.