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Cartel promocional de Twin Peaks (David Lynch, 2017) |
Solo
espero la llegada de ese memorable domingo de primavera. Uno en el
que me despierto pronto para aprovecharlo por completo y termino
agotado ante unos anocheceres cada vez mas tardíos, uno en el que el
gris entorno multiplica sus colores y la abrumadora estética de la
la luz atenta contra mi salud en forma de alergia y contra mi
creatividad en forma de exceso.
Solo
espero la llegada de esa noche cálida de verano. Una en la que me
pierdo entre la oscuridad y el inconcebible tamaño de las
microscópicas e inmortales estrellas, en la que me reconozco frente
a la injusta belleza de la enorme esfera blanca que me observa y en
la que una fresca brisa, en guerra con el calor veraniego, empuja mi
espalda obligándome a seguir, a no desfallecer.
Solo espero la llegada de esa aburrida tarde de otoño. Una en la que no pasa nada y te refugias de la lluvia en la tranquilidad de tu hogar, en la que abres la ventana para oler la humedad y escuchas el sonido de las gotas rebotando en tu tejado, en la que sientes la gratitud de una estufa y una manta que te rodean... Te encuentras bien, pero prefirirías el calor humano al artificial y pese a tu bienestar físico no puedes ser feliz frente a las lágrimas de ese viejo cielo gris.
Solo espero la llegada de esa aburrida tarde de otoño. Una en la que no pasa nada y te refugias de la lluvia en la tranquilidad de tu hogar, en la que abres la ventana para oler la humedad y escuchas el sonido de las gotas rebotando en tu tejado, en la que sientes la gratitud de una estufa y una manta que te rodean... Te encuentras bien, pero prefirirías el calor humano al artificial y pese a tu bienestar físico no puedes ser feliz frente a las lágrimas de ese viejo cielo gris.
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